A fines de julio tímidamente comenzó a abrirse el primer narciso en el jardín. La alegría fue inmensa y por dos razones.
Porque es la confirmación del fin de un ciclo y el comienzo de otro lleno de color, en el año y por ser la recompensa de una larga espera.
Hace tres años, me regalaron unos cuantos bulbos encontrados en un terreno baldío, sabía que eran narcisos pero no sabía de qué tipo ni de qué color. Tres años dando hojas y nada más, preguntándome ¿cuándo, cuándo una flor? Esta fue la respuesta: bellos narcisos amarillos iluminando las pocas semanas de invierno que quedan.
Para Buenos Aires son los bulbos que más recomiendo. En mi jardín están naturalizados y distribuidos en distintos sectores, debajo de árboles, a pleno sol, en semi-sombra un tanto desprotegidos; en esos lugares el jardín tiene flores todos los finales de invierno.
En unos días más la historía continúa con más imágenes. La paciencia del jardinero rinde sus frutos!!!